Cuando hablamos de reciclar materiales o residuos siempre se nos viene a la mente que eso es un trabajo de empresas o personas que se mantengan activas con estos ideales.
Los residuos pueden tener una segunda vida
Sin embargo, cualquier persona puede fácilmente reciclar cualquier residuo que ya no se utilice y de esta manera darle un nuevo uso.
Por ejemplo, hay quienes toman los neumáticos que desechan, los pintan y adornan y los convierten en pintorescas macetas donde plantar diversos tipos de matas, e incluso pueden llegar a convertirlos en geniales muebles.
Esto se debe a que existe, aunque muchas campañas de concienciación, poca voluntad de las personas de reutilizar materiales para evitar seguir contaminando el medioambiente.
Aunque, ¿qué sucedería si se pudiera construir un espacio completo usando solo residuos? A pesar de que suena algo un poco descabellado, es posible. Y esto lo demostraron en una escuela en Uruguay, capaz de funcionar correctamente y que su construcción fue hecha a partir de residuos.
En el siguiente artículo descubriremos la fascinante historia de esta escuela que se ha convertido en un claro ejemplo de un buen uso de residuos.
¿Cómo comenzó todo?
Un grupo de amigos, tras ver un documental titulado «El guerrero de la basura», donde se habla sobre la empresa Earthship Biotecture y su creador Michael Reynolds, se propusieron llevar a cabo los modelos de arquitectura que aquí se mostraban y ver si podían llevarlo a la escala de una escuela pública.
Fue entonces cuando nació la organización Tagma, la cual se encargaría de realizar este proyecto. Sin embargo, el proceso no fue sencillo al principio, debieron de pasar 4 largos años para conseguir la financiación necesaria, los permisos para la construcción y captar la atención del arquitecto Michael Reynolds para que también participará en el proyecto de la escuela pública.
Una vez conseguido todo, comenzaría la construcción, la cual solo se demoraría unos 45 días, un tiempo bastante corto en comparación con lo demorado que fue empezar el proyecto. La escuela pública puede dar alojo a unos 100 alumnos, comprendidos entre la edad de 3 y 12 años.
Trabajando en conjunto, Tagma, 200 empresas y distintas instituciones de Uruguay y con el apoyo de voluntarios de diferentes países, habitantes del pueblo de Jaureguiberry, los mismos alumnos que aprenderían en la escuela y los maestros que impartirán las clases lograrían esta gran hazaña.
El gasto de toda la construcción sería menor a los 350.000 mil euros. Esto es un claro ejemplo de que trabajando unidos por una buena razón se es capaz de alcanzar metas que beneficien a nuestro medioambiente.
¿Qué residuos utilizaron?
Se estima que fueran unas 3.000 botellas de vidrio y unas 1.500 de plástico, además de que se emplearon para construir muros resistentes unos 2.000 neumáticos, los cuales, de acuerdo con el arquitecto Michael Reynolds, son un gran recurso para llevar a cabo estas construcciones, dado su gran resistencia.
También se utilizaron unas 12.000 latas, además de los materiales necesarios como vidrio, cemento y madera.
Y no solo han utilizado materiales reciclados sino que también han empleado alternativas para generar energía como es el caso de paneles solares en los techos que son los encargados de darle energía a toda la escuela.
Además y por medio de los techos, también se encargan de recoger agua de lluvia para emplearla después de filtrar, para que los estudiantes puedan lavarse las manos, y posteriormente sirve para regar las plantas del invernadero, usándola después en los baños para los inodoros y por último su ciclo finaliza en un huerto. También poseen tanques que se encargan de almacenarla.
Esta escuela en Uruguay y los esfuerzos de Tagma y todos sus colaboradores, representan una manera diferente y práctica de llevar a cabo construcciones empleando materiales que desechamos y se encuentran en gran cantidad en muchas partes de un pueblo o ciudad.
Además de que explora la capacidad de auto sustentarse sin depender de servicios exteriores.
Es un pequeño paso que ha dado esta escuela pero que tiene una gran importancia, dado que sirve como ejemplo para muchos otros, mostrándoles que existen maneras alternativas para construir y reutilizar los materiales que ya consideramos inservibles, transformándolos en algo con un nuevo uso.
Mediante los esfuerzos realizados por Tagma y las empresas y voluntarios que participaron en la construcción de esta escuela, se educa a los niños que son el futuro del mundo mediante el ejemplo, de que la conservación del medioambiente es un deber que tenemos todos y el cual es importante aplicarlo desde el principio, ya que esto garantizará que la salud del mundo pueda ir mejorando debido a la gran cantidad de daño provocado por el avance de la civilización del hombre.
Una escuela que es capaz de sustentarse a sí misma es un claro ejemplo de que solo se necesita pasión, sentido de conservación y la voluntad para construir un lugar mejor para los niños que serán quienes hereden el mundo.