Cómo la pandemia ha cambiado la política mundial

La aparición del COVID-19 a inicios de 2020 supuso un punto de inflexión histórico que transformaría la política global de forma drástica.

Frente a una amenaza sanitaria desconocida y altamente infecciosa, los países se vieron forzados a tomar decisiones difíciles para proteger a sus ciudadanos, con enormes repercusiones sociales, económicas y geopolíticas.

El cierre de fronteras, las restricciones de movilidad y los confinamientos masivos fueron solo el inicio de una nueva era política marcada por el temor, la incertidumbre y un acentuado giro hacia el aislamiento.

¿De que manera la pandemia ha cambiado la política mundial?

En poco tiempo, la pandemia exacerbó tendencias preocupantes como el autoritarismo, la vigilancia digital masiva y la polarización, erosionando valores democráticos fundamentales.

Pero a su vez, la crisis sacudió las bases mismas del statu quo y evidenció falencias de los sistemas sociopolíticos dominantes, catalizando protestas globales contra la desigualdad y reclamando cambios profundos.

¿Hacia dónde nos conduce este punto de inflexión? ¿Prevalecerán las fuerzas retrógradas o se abrirá paso un nuevo paradigma de mayor cooperación global? Este artículo analiza el impacto de la pandemia en diversas dimensiones de la política mundial y explora escenarios posibles para la era post-COVID.

El auge del nacionalismo

Una de las principales tendencias geopolíticas catalizadas por la pandemia ha sido el resurgimiento del nacionalismo y las políticas aislacionistas en diversos países.

Frente a una amenaza sanitaria global, la primera reacción de muchos gobiernos fue volcarse hacia adentro y priorizar de forma egoísta la protección de sus propios intereses y ciudadanos.

Esto se manifestó claramente en el cierre unilateral de fronteras, los severos controles migratorios y la prohibición de viajes internacionales, incluso entre países aliados.

También hubo una creciente competencia y falta de solidaridad en el acceso a insumos y tratamientos médicos clave contra el virus. Los episodios más cruentos involucraron la confiscación de cargamentos y el desvío de pedidos pagados por otros países.

El «sálvese quien pueda» predominó por sobre una coordinación global para combatir una amenaza compartida.

Esta dinámica profundizó la desconfianza y la rivalidad geopolítica entre potencias como Estados Unidos y China, que intercambiaron acusaciones sobre el origen del virus mientras implementaban medidas unilaterales. También tensó las relaciones dentro de la Unión Europea, con disputas por las vacunas entre países miembros.

Aumento del autoritarismo

Otra de las tendencias más preocupantes ha sido el avance del autoritarismo y el declive de las libertades civiles y la democracia liberal durante la pandemia.

En diversos países, los gobiernos capitalizaron el contexto de miedo e incertidumbre para ampliar sus facultades ejecutivas de emergencia, posponer elecciones y reprimir las críticas y protestas de la oposición, amparándose en la necesidad sanitaria.

Un caso emblemático fue Hungría, donde el primer ministro Viktor Orbán obtuvo poderes extraordinarios por tiempo indefinido para gobernar por decreto, eliminando controles institucionales a su autoridad.

También se implementaron medidas de vigilancia digital invasiva y se reforzaron los aparatos de seguridad del Estado, como el reconocimiento facial para monitorear el cumplimiento de cuarentenas. Asimismo, los confinamientos masivos sentaron un precedente de control social y limitación de libertades individuales que podría normalizarse.

En conjunto, estas políticas autoritarias socavaron las bases de la democracia liberal y los derechos humanos. Según organizaciones como Freedom House, la pandemia revirtió años de avances democráticos en poco tiempo, acentuando las tendencias globales de declive de las libertades que ya venían manifestándose antes de 2020.

El auge de la ultraderecha

La ultraderecha y los movimientos populistas han ganado terreno aprovechando el descontento con la gestión gubernamental de la pandemia y la incertidumbre económica.

Líderes como Jair Bolsonaro en Brasil y Viktor Orbán en Hungría consolidaron su poder político al adoptar posturas nacionalistas y anticientíficas sobre la pandemia.

Mientras tanto, en Europa, los partidos de ultraderecha aprovecharon para avivar el sentimiento contra la inmigración y las élites globalistas.

Esta polarización alimenta la inestabilidad política y el debilitamiento de la cooperación internacional necesaria para superar crisis globales como la pandemia.

Protestas y descontento social

La pandemia también ha catalizado la inconformidad social y las protestas en muchos países, aunque con diferencias ideológicas.

Por un lado, el desempleo, la desigualdad y la precariedad económica derivados de la pandemia han alimentado protestas masivas en países como Colombia, Chile o Sudáfrica. Por otro lado, los confinamientos y restricciones sanitarias provocaron agitaciones y marchas contra el autoritarismo en países como Alemania, Francia o Italia.

Asimismo, el movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos ganó impulso durante 2020, con masivas manifestaciones contra el racismo y la violencia policial. En conjunto, las protestas reflejan el descontento social con las consecuencias políticas y económicas de la pandemia en muchos contextos.

Los efectos perdurables de la pandemia

Si bien la pandemia eventualmente será controlada gracias a las vacunas, es probable que los cambios políticos desencadenados por esta crisis dejen una huella duradera.

El nacionalismo exacerbado, la erosión de libertades civiles y el debilitamiento de la democracia liberal podrían persistir en diversas regiones.

Además, la mayor desigualdad, vulnerabilidad económica y frustración social derivadas de la pandemia permanecen como fuentes importantes de inestabilidad política.

Por el contrario, esta crisis global también podría ser una oportunidad para fortalecer la cooperación internacional y avanzar hacia sistemas de salud pública más resilientes y equitativos. Pero esto solo será posible si los líderes políticos anteponen la responsabilidad compartida por encima de los impulsos aislacionistas y la polarización tóxica.

De cara al futuro, el curso que tome la política global dependerá en gran medida de cómo los países y organismos internacionales aborden las secuelas sanitarias, económicas y sociales dejadas por la pandemia en los próximos años.